El pesimismo gagá

Hay muchas maneras de tomarse la vida pero normalmente tendemos a reducirlas por simplificación ya que estas economías son las que nos la hacen más llevadera. De este modo solemos distinguir entre personas optimistas y pesimistas, que bien podría quedar todavía más claro y globalizador diciendo que existen dos tipos de seres humanos: los que tienden a la positividad y los que tienden a la negatividad, los que se quedan mirando el vaso y los que se lo beben y luego ya veremos. Ubicarse en uno u otro lugar respecto a los vasos es un ejercicio de libertad que, precisamente, define con él nuestra forma de interpretarla, vivirla y hacerla vivir. De este modo, resulta especialmente difícil mantenerse firme en el más o en el menos y lo más sano es dar bandazos al cabo del día pero teniendo claro que una cosa es la realidad, otra la realidad que vivimos y otra la que quisiéramos (y volvemos a simplificar, que no queremos dar exceso de cuerda y que a alguno le puedan asaltar pensamientos negativos). En ese futuro indefinido es en el que se proyecta el contenido del vaso, o el espacio que deja después de bebérselo. Allí es donde habrá que ir a abrevar para volver a excitar nuestra sed. Y de trago en trago, vamos viviendo.

Stay thirsty, stay foolish

Parafraseando al Sabio Jobs y cambiando de vehículo relacionado con la función de nutrición, alguien tiene que encargarse de beberse todo esto y, además, darle la pizca necesaria de chifladura a la vida como para que no nos entren ganas de leer muy de seguido libros de autoayuda, que resumidos vienen a significar que lo verdaderamente importante es que independientemente de que nos dediquemos a matar pollos o a intentar ganar concursos televisivos de música o talento, lo esencial es encontrar la regularidad y vivirlo lo mejor posible. En caso contrario, con el paso de los años, empezaremos a vislumbrar tormentas que asoman por las montañas. Se nos pondrá cara de Sarah Connor y empezaremos a ver nada más que fantasmas por todas partes hasta el punto de que nos sorprenderá que Íker Jiménez no nos envíe un MP por Twitter para solicitar nuestra colaboración en su programa. Es en ese momento en el que hay que ponerse en manos de especialistas sin mayor dilación ni aspaviento. Si no lo hacemos nos arriesgamos a perder a gran velocidad nuestra capacidad para observar y disfrutar positivamente de la vida, y en nombre de la verdad, lo que creemos que es la verdad y lo que nos gustaría que fuese la verdad, nos hallaremos diciendo y haciendo todo tipo de cosas en la red, con el peligro añadido que ello tiene. Tú no lo mereces. Tu familia y amigos no lo merecen. Y al final no creas que a nadie le importa. Conque si te hace feliz, adelante con ello, pero que no se note mucho que te hace feliz, que tienes una reputación que mantener.

La red pesimista te necesita para obrar el lilagro

Después de veintiún siglos ha llegado el momento de la verdad, del cambio, de la Tierra, de las ensaladas de emociones, de la horizontalidad activa, del salpimenterío identitario, de que derribemos por derribar, de que regularicemos por regularizar, de que trabajemos por el placer de trabajar. Dejadme que os cuente cómo se obrará este lilagro porque os va a sonar tanto que os va a parecer que lo lleváis escuchando toda la vida, desde las oscuridades acuáticas de vuestra primera morada materna, quien sabe si aquí, en Matrix o en un programa de MediaPro. Lo primero de todo es entender y dar a entender que todo está mal. ¿Todo? Todo ¿Pero no hay nada que esté ni siquiera medio bien? No. Nada ¿Entonces, si fuera como un vaso…? Está vacío, y si nos apuran mucho, decimos que no hay vaso. ¡Señor/a, sí señor/a!

El espacio esencial para el desarrollo y la culminación de nuestra obra será el de las RRSS. Muy importante señalar a personas que estén especialmente felices pues son las más falsas de todas y las más contaminantes. Nada lo suficientemente serio puede ser divertido. Qué es divertido y qué no lo es, lo decidimos nosotros y nosotras. Dentro de lo divertido, estableceremos un sistema de clasificación sencillo: lo divertido-serio y lo serio-serio. Porque lo serio tiene validez, autenticidad y es replicable en cualquier lugar del mundo en el que las cosas estén mal, esto es, en cualquier lugar del mundo. Máxima esencial: si está feliz, desconfía. Si es divertido, no es serio mientras no se reciba autorización para declararlo serio. ¿Sencillo, verdad?

¿Dónde puedo inscribirme?

Si ya lo tienes claro, hazte visible en RRSS con el hashtag #PesimismoGagá e identifica usuarios/as y prácticas de #PesimismoGagá para mostrar nuestro músculo negativo a la sociedad y continuar trabajando para erradicar la positividad del mundo, tan nefasta para la construcción de un futuro mejor como los radicales libres. Te esperamos con los brazos cruzados y con el ceño fruncido. No nos decepciones. El mundo puede ser un lugar peor todavía. Hagámoslo posible juntos y juntas.