La magia de la manipulación

Sigan la flecha.

En estos tiempos de alegría y fugacidad puede que sea importante reconocer que, ya que vamos a ser manipulados igualmente, lo mejor es que nos mangoneen las personas en las que confiamos -de un modo u otro-, de manera ciega y empática, como hacen los amantes del BDSM. Palabra de seguridad: democracia.

Es lo que nos gusta, es por lo que nos pirramos. Queremos que nos hagan sentir libres, inteligentes, igualitarios, inclusivos, sexys y divertidos. Queremos estar en el lado de la verdad y el bien, de manera inequívoca, 24/7. Y luego que ya le vayan dando por saco a todo y a todos los no tienen ese fulgor que tenemos nosotros en las pupilas, directamente irradiado desde nuestro bulbo raquídeo. Nuestros corazones no laten, centellean. Más vale que estés conmigo. Si te tengo que manipular un poquito para ello, lo haré con cuidado, con mimo, para que puedas tener un recuerdo hermoso e imborrable de la primera vez que te lo hicieron.

Así que relájate y sigue la flecha.

¿Chomsky?

Creo que la primera vez que oí hablar sobre Chomsky fue en las clases de Lengua de mi primer curso universitario. «Gramática generativa transformacional» (a las palabras se les puede hacer decir lo que se quiera)… Luego , mucho más, mediáticamente hablando, intentando poner luz y verdad, aquí y allá. La disidencia. Ayer, buscando manipulaciones sobre la manipulación, esta bonita secuencia:

Sinceramente, hubiera preferido que estas diez estrategias concretas las hubiera pergeñado Chomsky de esta manera tan simple, aunque tiene otras. El norteamericano es más culto, es más famoso, es más achuchable como viejecito de izquierdas con la vista ya demasiado cansada de contemplar las estructuras que hay por debajo del mundo aparente. Pero no. Las escribió este tal Sylvain Timsit que parece tomarse todo a chufla en la foto que acompaña.

Porque todo se basa en la confianza, incluida la manipulación, es por lo que a veces también comentemos errores y no somos lo suficientemente críticos con las personas que nos gustan, o que dicen cosas que nos gustan. Solemos mostrarnos algo más espabilados cuándo queremos hacer notar que nos están diciendo lo que queremos escuchar o nos están ocultando algo. La trayectoria de la persona, la ciencia de sus ideas, su compromiso, la objetividad de su mirada al mundo, etc… son lo que hace que Chomsky genere más confianza y Timsit probablemente menos (cuanto más lean el site de este último, más tendrán esa sonrisita que tiene él en la imagen vista en el anterior enlace). Pese a todo, estamos más dispuestos a creer lo que queremos creer y a las personas que queremos creer, lo que aproximadamente puede reconocerse como razonamiento motivado y es, qué duda cabe, una gran noticia para los ex-lectores de El País.

Dicho lo cual, sigan la flecha.

Un hombre llamado Marshall

Cuando uno escucha la palabra «marshall» puede pensar en un poli norteamericano malencarado, en un amplificador de origen inglés para guitarra eléctrica o, si ha tenido un poco de suerte, en un canadiense lúcido que desgraciadamente hace ya años que nos dejó aquí solos con la tele puesta. Casi 40 años ya con la tele puesta, desde entonces, sin haber tenido la oportunidad de ver cómo los medios van ya con nosotros a todas partes, pero habiéndonos legado la comprensión de lo esencial: los medios son una extensión de nosotros mismos.

Allá donde exista una imagen existe una posibilidad de manipulación. Allá donde exista una imagen existe una posibilidad de juicio que trasciende la palabra escrita. El gesto repetido mil veces, el penalty, el accidente, la agresión, el paternalismo… hacia delante y hacia atrás, a cámara superlenta… En cierto modo yacemos con todas esas imágenes y nos revolcamos con ellas cada vez más rápido, en una especie de promiscuidad mediática en la que además al final tenemos que elegir si queremos más a mamá o a papá. En esta libertad del poder y querer ver se encierra también nuestra esclavitud, al igual que en la excitación visual se palpa también el hastío contemplativo de los paisajes cotidianos. Nuestra vida en imágenes. Nuestra historia. Siempre habrá tiempo para aprender algún truco de magia.

Pero mientras tanto, sigan la flecha.