Tengo 45 años. Llevo 21 tratando de enseñar. No escribo «enseñando» porque sería demasiado presuntuoso y porque es seguro que ha habido estudiantes y compañeros que no han aprendido nada de mí —nada que merezca la pena ser aprendido—, incluso si consideramos que les hubiera podido enseñar involuntariamente cómo no se debe enseñar. En todo este tiempo, como podrán imaginar, han sucedido muchas cosas dentro y fuera de la escuela. No las recuerdo todas, porque mi memoria es parecida al resto de las memorias, y muestra, oculta y pone en valor datos, momentos y acontecimientos del modo que mejor pueda permitirme seguir hacia delante en este camino de tratar de aprender y tratar de enseñar (vivir). A veces quiero recordar, y a veces los recuerdos me asaltan porque sí, porque hay claves que, aunque seguramente tengan una explicación lógica, hacen que estos disturbios patrocinados por el recuerdo ocurran porque sí. El azar es ambivalente cuando pretendemos pensar en él, para tratar de desentrañarlo. Pero creo que es mejor aceptarlo. El azar es mi segunda pareja favorita. Nos amamos desde siempre, y siempre nos amaremos. Porque la vida y el azar son indisolubles. El azar viene con tu vida y te acompaña hasta el final. Aprovecho, pues, para darle las gracias al azar por todos estos años, en total, 66. No está mal, querido azar. Gracias.
Siguiendo esta línea gratuita de agradecimiento, he pensado mientras preparaba la cena que sería interesante y divertido conversar de vez en cuando con mi memoria y con ustedes sobre los profes que, de distintas formas, me han inspirado y acompañado desde que soy capaz de recordarme como estudiante hasta que me convertí en profe (al menos administrativamente hablando). Como no quiero cerrarme clústeres, puede que llegue a hablar de profes con los que he compartido años profesionalmente. Sin embargo, en este último extremo quiero acompañarme de prudencia, porque la idea de escribir sobre mis profes para recordar me ha venido porque sí, mientras hacía la cena, y luego mi memoria y otras instancias pueden hacer que pueda recordar o no (o decida abrirme de un modo que no resulte embarazoso para nadie, puesto que el respeto y la confianza se basan en principios compartidos, y puede haber profes vivos y profes muertos, y personas que conserven otras memorias, recuerdos y azares), toda vez que la aventura vaya tomando perspectiva y, efectivamente, mi memoria haga el trabajo que le estoy solicitando formalmente ahora, esto es, permitirme seguir hacia delante. Y es que han aparecido algunos nombres muy rápidamente tras la primera conexión entre la idea y el archivo de los recuerdos (en la EGB, el Bachillerato y la Universidad). Nombres claros y distintos, a veces sin apellidos. Por eso creo que tengo que dejar algunas cuestiones clarificadas antes de comenzar con este juego, para que sea más sencillo para ustedes y para mí; y para que el azar pueda transfigurarse de manera que aparezca alguna clase de orden que facilite el proceso.
Las reglas
- No escribiré sobre mis malas experiencias. Sólo lo haré sobre las especialmente buenas, porque no le guardo rencor a ninguno de mis malos profes. Ninguno de ellos es culpable de lugar en el que me encuentro después de estos 66 años. Y me disculpan de nuevo si les parezco presuntuoso, pero creo que mi deber es promover ejemplos positivos e inspiradores. La estadística y el resentimiento, para los estadísticos y los resentidos. Not my bussiness.
- Intentaré seguir un orden cronológico y preciso. Esto lo digo sobre todo por mi amigo Gustavo, que es mejor que cualquier reloj (inventado o por inventar) cuando se trata de fechar acontecimientos históricos sensibles.
- En lo que se refiere a profes y otras personas que aparezcan en los relatos, sólo citaré nombres, asignaturas y cursos cuando recuerde con exactitud suficiente cualesquiera de ellos. No habrá ningún elemento que pueda resultar comprometedor para mi memoria o para cualquiera de las personas que puedan ser recordadas o que, debido al azar, pudieran decidir manifestarse.
- Por mi parte, me ceñiré a los recuerdos. Lo que significa que la proporción de verdad objetiva que pueda encontrarse en esta serie de escritos recogidos bajo el título «Profes para recordar (x)» no podrá ser cuantificada por métodos distintos a los basados en la confianza.
- El azar podrá hacer lo que quiera, que es lo que siempre hace.
Y sin más, esta serie de entradas comenzará el día que el recuerdo, la necesidad de escribir y el azar se pongan de acuerdo. Hasta entonces.
Imagen:
Book, Dean Hochman (2017) CC BY 2.0
Banda sonora de la entrada:
Hernan Cattaneo Resident 510 13-02-2020 Repiten de nuevo sus 23 primeros minutos, que me han gustado bárbaramente, qué le voy a hacer 🙂