La democracia es cosa de griegos. No porque a veces dé mucho por donde no debe, sino porque la palabra y el concepto fueron inventados por los atenienses en sus ratos libres entre cópulas y diálogos. Hemos de atenernos a que el momento del sexo es una gran ocasión para la comunicación aunque a veces no interese mucho, como en el mundo de la pornografía. Ahora se ve que está de moda hablar de diálogo y de sexo. En política, sobre todo, del primero; aunque haya gente como Juan Abreu que entretiene con sus estupendas estampas sobre «Eros y política». Diálogo y sexo. Fetén. Combinación formativa. Hasta que llegan las elecciones de nuevo.
A la gente le gusta denominarse demócrata. Yo soy muy demócrata, casi siempre al terminar de comer. Después de fumarme un cigarrillo votado por unanimidad, me echo una siesta cada vez más eficiente. Si existieran estadísticas sobre mis siestas, qué ejemplo de productividad serían para cualquier empresa seria del mundo. Y ahora que me pretenden poner a votar como a un griego por cuarto año consecutivo, noto una especie de resquemor en el camino sin retorno…¿Pero no estábamos dialogando? Vamos. Que yo sigo vestido de demócrata, que sólo me desvisto cuando la ocasión lo requiere. ¿Otra vez tengo que ir a meter el papelito para que ustedes se dediquen al diálogo y al sexo?
Confieso que no he faltado a mis últimas citas con la democracia, porque después de dedicarme por muchos años a asuntos verdaderamente más importantes, pensaba que algo le debía a los griegos después de tantos siglos maravillosos de progreso. Iba a votar pensando en los filósofos, en las grandes citas históricas de tantos hombres y mujeres que nos trajeron hasta aquí, en los bonsáis de Paulo Coelho… «Otro país es posible», me decía, con la responsabilidad chorreándome por las perneras del pantalón y un leve regusto a aspirina danzando sobre las muelas. Pobre de mí, sin un mal toro o bola gigante que me abriera los ojos contra el asfalto.
Retornado al respeto por el carácter cíclico del tiempo, es hora de que vuelva a dedicarme a los asuntos verdaderamente importantes. Por lo que delego mi voto en Rita, que siempre ha sido una chica sabia y consecuente. Lo que ella decida, me irá bien. Porque hay cosas en la vida más importantes que el diálogo y los griegos no deseados.
Imagen: Ban Symbol, por Vince (2010) CC BY 2.0