Malaka: un Joker magrebí (IV)

El cuarto de Malaka, albahío y de nombre Enmonao, salió a la plaza nervioso y se acabó abriendo la cabeza contra el burladero por ver si le daban droga buena en la enfermería de la comisaría. Sin tiempo para respirar, los guionistas empezaron a echar más tronquitos buenos a la candela, que chisporroteaba a base de sexo, autocompasión, humo de peta… Si fuera un abordaje entre barcos, tendríamos una maraña de ganchos que pueden dar en el agua con más de un atribulado grumete. Desplazada la acción principal del capítulo a estas escaramuzas en las que todos quieren ser rajá en lugar del rajá, los personajes del triángulo mágico -el tridente de Malaka, la BQG-, aprovecharon el capítulo para vivir pausadamente un avance liviano en sus tramas personales.

El Gato ofreció su rostro más vulnerable y ronroneante (petardeante, más bien), demostrando ser un superviviente dispuesto a volver a ser empitonado por el amor. Por lo que barajamos un futuro bastante negro para la picoleta en los próximos capítulos. [Hacemos aquí un inciso sobre el uso de la cámara en la serie. A ratos mareante en secuencias aparentemente tranquilas, para que no esté el espectador muy acomodado ni haya lugar a que se deje abrazar por el arrobamiento,-algo ya de por sí bastante difícil en una serie con un ritmo tan endiablado-, en planos como el del Gato abriendo su cofre de los recuerdos para la picoleta, observamos que la cámara se aquieta y saca el mejor encuadre para que el actor se lo coma todo tranquilamente y el espectador no pierda detalle. Esta es la lógica que veo en la apuesta. O eso, o que el primo de algún cámara iba al rodaje de algunas escenas matutinas, que no creo, vaya].

Blanca y Quino, por su parte, siguen haciendo equipo para sacar el caso hacia delante mientras que cada uno alimenta sus demonios con lo que tiene más a mano: alcohol, helados, videoconferencias intempestivas y antiguas conocidas del juzgado. Muy atractivo también el horizonte de estos personajes a los que, aparentemente, sólo se quiere cruzar de momento en el ámbito profesional; aunque sabemos de sobra que tienen mucho de qué hablar. Esperaremos, pues, a que el guion los baquetee un poco más y se sientan tan verdaderamente desangelados que decidan compartir sus oscuridades.

Por lo demás, buena administración de la violencia, algún candidato a palmarla próximamente (el mongolo del nene de la Tota), traiciones, y gente en el alambre por las malas cabezas forzadas por la necesidad. Que ya lo dijo El Malo: «la miseria sólo trae miseria». Y billetes que huelen peste.

Imagen: RTVE©